Una tarde
pensaba en las cosas que realmente importan, en que cosas nos hacían únicos e
irrepetibles y en aquellas cosas que nos pertenecen solo a nosotros. Llegue a
la conclusión, que eso eran los sueños. Nos pertenecen. Nos definen. Nos dan
fuerza. Siempre estuvieron ahí, desde que nacimos, cuando fuimos creciendo y estarán
adheridos a nuestra alma hasta el final de los tiempos. Estos son puramente
nuestros, fieles como un perro que es incapaz de amar a otro dueño, nadie puede
tomarlos prestados o usurparlos. A veces puede ser que tengamos la ilusión de
que si, cuando nos hacen desistir a estos y dejarlos abandonados, pero siguen
susurrando en nuestro oído aunque intentemos ignorarlos. Como buen sueño, es
tan terco como su creador.
Entonces, una
palabra me vino a la cabeza, una que había escuchado hace tiempo: Peumayen. Su
significado en mapuche era simple: Lugar soñado. Esta idea se abrazó a mí por
un largo tiempo, escribiéndose en mi cabeza miles de veces, construyendo sus
propios edificios y creando sus propias personas. Me pregunte: ¿Por qué “Lugar
Soñado”, y no “Lugar Perfecto”? Al principio los pensé como sinónimos, ya que
era mi sueño debía ser perfecto, o por lo menos desde mi perspectiva.
Luego, pensé,
que quizás ya me encontraba en mi lugar soñado: Las personas que amaba estaban mi lado, las miles de historias que se
entrelazaban a la mía día a día (No importaba que llegaran en forma de libro o
de película); los pequeños momentos que me sacaban sonrisas, los cuales podía
pedirle prestado al tiempo capturándolos con mi cámara. Me di cuenta que no era
perfecto, porque no siempre era color de rosa pero era feliz y la felicidad
siempre había sido mi sueño.
Cada
persona, tiene su propio Peumayen, construido a la medida de cada uno y muy
diferente al mío, seguramente. De eso se trata este Blog, quiero escribir sobre
mi Peumayen, las cosas que me hacen feliz.

No hay comentarios:
Publicar un comentario